lunes, 27 de agosto de 2012

Moléculas Orgánicas


MOLÉCULAS ORGÁNICAS



En los organismos se encuentran cuatro tipos diferentes de moléculas orgánicas en gran cantidad: carbohidratos, lípidos, proteínas y nucleótidos. Todas estas moléculas contienen carbono, hidrógeno y oxígeno. Además, las proteínas contienen nitrógeno y azufre, y los nucleótidos, así como algunos lípidos, contienen nitrógeno y fósforo.
Se ha dicho que es suficiente reconocer cerca de 30 moléculas para tener un conocimiento que permita trabajar con la bioquímica de las células. Dos de esas moléculas son los azúcares glucosa y ribosa; otra, un lípido; otras veinte, los aminoácidos biológicamente importantes; y cinco las bases nitrogenadas, moléculas que contienen nitrógeno y son constituyentes claves de los nucleótidos.
En esencia, la química de los organismos vivos es la química de los compuestos que contienen carbono o sea, los compuestos orgánicos.

El carbono es singularmente adecuado para este papel central, por el hecho de que es el átomo más liviano capaz de formar múltiples enlaces covalentes. A raíz de esta capacidad, el carbono puede combinarse con otros átomos de carbono y con átomos distintos para formar una gran variedad de cadenas fuertes y estables y de compuestos con forma de anillo. Las moléculas orgánicas derivan sus configuraciones tridimensionales primordialmente de sus esqueletos de carbono. Sin embargo, muchas de sus propiedades específicas dependen de grupos funcionales. Una característica general de todos los compuestos orgánicos es que liberan energía cuando se oxidan. Entre los tipos principales de moléculas orgánicas importantes en los sistemas vivos están los carbohidratos, los lípidos, las proteínas y los nucleótidos.

Los carbohidratos son la fuente primaria de energía química
para los sistemas vivos. Los más simples son los monosacáridos ("azúcares simples"). Los monosacáridos pueden combinarse para formar disacáridos ("dos azúcares") y polisacáridos (cadenas de muchos monosacáridos).

Los lípidos



Son moléculas hidrofóbicas que, como los carbohidratos, almacenan energía y son importantes componentes estructurales. Incluyen las grasas y los aceites, los fosfolípidos, los glucolípidos, las ceras, y el colesterol y otros esteroides.

Las proteínas



Son moléculas muy grandes compuestas de cadenas largas de aminoácidos, conocidas como cadenas polipeptídicas. A partir de sólo veinte aminoácidos diferentes usados para hacer proteínas se puede sintetizar una inmensa variedad de diferentes tipos de moléculas proteínicas, cada una de las cuales cumple una función altamente específica en los sistemas vivos.

Los nucleótidos



Son moléculas complejas formadas por un grupo fosfato, un azúcar de cinco carbonos y una base nitrogenada. Son los bloques estructurales de los ácidos desoxirribonucleico (DNA) y ribonucleico (RNA), que transmiten y traducen la información genética. Los nucleótidos también desempeñan papeles centrales en los intercambios de energía que acompañan a las reacciones químicas dentro de los sistemas vivos. El principal portador de energía en la mayoría de las reacciones químicas que ocurren dentro de las células es un nucleótido que lleva tres fosfatos, el ATP.

Editado Por Karen Castro
Grupo 9


Leucocitos o glóbulos rojos


Leucocitos



Los leucocitos o glóbulos blancos son células que están principalmente en la sangre y circulan por ella con la función de combatir las infecciones o cuerpos extraños,  así intervienen en la defensa del organismo contra sustancias extrañas o agentes infecciosos (antígenos). Se originan en la médula ósea y en el tejido linfático; pero en ocasiones pueden atacar los tejidos normales del propio cuerpo. Es una parte de las defensas inmunitarias del cuerpo humano.
Se llaman glóbulos blancos, ya que éste color es el de su aspecto al microscopio.
Hay diferentes grupos de glóbulos blancos: los llamados polimorfonucleares (neutrófilos, eosinófilos y los basófilos) y los mononucleares (los linfocitos y los monocitos).
El origen de todas las formas de leucocitos es a partir de células madres de la médula ósea.

Características

Los leucocitos son células móviles que se encuentran en la sangre transitoriamente, así, forman la fracción celular de los elementos figurados de la sangre. Son los representantes hemáticos de la serie blanca. A diferencia de los eritrocitos (glóbulos rojos), no contienen pigmentos, por lo que se les califica de glóbulos blancos.
Son células con núcleo, mitocondrias y otros orgánulos celulares. Son capaces de moverse libremente mediante seudópodos. Su tamaño oscila entre los 8 y 20 μm (micrómetros). Su tiempo de vida varía desde algunas horas, meses y hasta años. Estas células pueden salir de los vasos sanguíneos a través de un mecanismo llamado diapédesis (prolongan su contenido citoplasmático), esto les permite desplazarse fuera del vaso sanguíneo y poder tener contacto con los tejidos al interior del cuerpo.

Clasificación

Según la forma del núcleo se clasifican en:
  • Leucocitos con núcleo sin lóbulos o mononucleares:
  • Linfocitos
  • Monocitos

Leucocitos con núcleo lobulado o polimorfonucleares:
  • Neutrófilos
  • Basófilos
  • Eosinófilos


La observación a través del microscopio mediante la Tinción de Romanowsky ha permitido su clasificación:
Granulocitos: presenta gránulos en su citoplasma, con núcleo redondeado y lobulado, formados en las células madres de la médula ósea: eosinófilos, basófilos y neutrófilos.

Neutrófilo

Eosinófilo

Basófilo

Agranulocitos: no presenta gránulos en su citoplasma: linfocitos, monocitos y macrófagos.

Linfocito

A pesar de estas clasificaciones y diferencias entre los leucocitos, todos se relacionan con los mecanismos defensivos del organismo. Los granulocitos y los monocitos destruyen a los microorganismos fagocitándolos mientras que los linfocitos producen anticuerpos contra ellos.

Para Qué Se Realiza Su Estudio

La modificación de la cantidad de leucocitos puede orientar al diagnóstico de enfermedades infecciosas, inflamatorias, cáncer y leucemias, y otros procesos. Por ello el recuento es muy orientativo en diferentes enfermedades. Además el porcentaje de cada grupo de leucocitos nos ofrecerá una mayor información para precisar un diagnóstico.
Cuando en la medición de leucocitos se ven células jóvenes aparecen los neutrófilos en forma de núcleo en forma de bastón (cayados), y un aumento del porcentaje de los glóbulos blancos polimorfonucleares, esto se denomina como desviación "a la izquierda". Este término sugiere infecciones bacterianas agudas.
El estudio de los leucocitos se realiza habitualmente en un estudio de hematimetría y recuento leucocitario completo.

Procedimiento De Obtención

Para realizar este análisis no se precisa estar en ayunas. Se puede realizar la toma en un lugar apropiado (consulta, clínica, hospital) pero en ocasiones se realiza en el propio domicilio del paciente.
Para realizar la toma se precisa de localizar una vena apropiada y, en general, se utilizan las venas situadas en la flexura del codo. La persona encargada de tomar la muestra utilizará guantes sanitarios, una aguja (con una jeringa o tubo de extracción). Le pondrá un tortor (cinta de goma-látex) en el brazo para que las venas retengan más sangre y aparezcan más visibles y accesibles.
Limpiará la zona del pinchazo con un antiséptico y mediante una palpación localizará la vena apropiada y accederá a ella con la aguja. Le soltarán el tortor.
Cuando la sangre fluya por la aguja el sanitario realizará una aspiración (mediante la jeringa o mediante la aplicación de un tubo con vacío). Al terminar la toma, se extrae la aguja y se presiona la zona con una torunda de algodón o similar para favorecer la coagulación y se le indicará que flexione el brazo y mantenga la zona presionada con un esparadrapo durante unas horas.

Problemas Y Posibles Riesgos


  1. La obtención mediante un pinchazo de la vena puede producir cierto dolor.
  2. La posible dificultad en encontrar la vena apropiada puede dar lugar a varios pinchazos.
  3. Aparición de un hematoma (moratón o cardenal) en la zona de extracción; suele deberse a que la vena no se ha cerrado bien tras la presión posterior y ha seguido saliendo sangre produciendo este problema. Puede aplicarse una pomada tipo Hirudoid® o Trombocid® en la zona.
  4. Inflamación de la vena (flebitis); a veces la vena se ve alterada, bien sea por una causa meramente física o por que se ha infectado. Se deberá mantener la zona relajada unos días y se puede aplicar una pomada tipo Hirudoid® o Trombocid® en la zona. Si el problema persiste o aparece fiebre deberá consultarlo con su médico.

Valores Normales De Leucocitos

Recién nacido10 a 26 mil/mm3
A los 3 meses6 a 18 mil/mm3
Al año de edad8 a 16 mil/mm3
Entre los 3 y 5 años10 a 14 mil/mm3
De los 5 a los 15 años5,5 a 12 mil/mm3
Hombre adulto4,5 a 10 mil/mm3
Mujer adulta4,5 a 10 mil/mm3

¿Qué Indican Los Resultados Anormales?

Un número disminuido de leucocitos (leucopenia) pueden aparecer en ciertas enfermedades:
  • Fallo de la médula ósea (por tumores, fibrosis, intoxicación, etc.)
  • Enfermedades autoinmunes (Lupus, etc.)
  • Enfermedades del hígado o riñón
  • Exposición a radiaciones
  • Presencia de sustancias citotóxicas
Un número aumentado de leucocitos (leucocitosis) puede deberse a:
  • Daño de tejidos en quemaduras
  • Enfermedades infecciosas
  • Enfermedades inflamatorias (por autoinmunidad-reumáticas ó por alergia)
  • Estrés
  • Leucemia
Alteraciones De La Medición Por La Actuación De Medicamentos
Pueden aumentar el número de leucocitos:
  • Alopurinol
  • Epinefrina ó adrenalina
  • Cortisona
  • Cloroformo
  • Heparina
  • Quinina
  • Triamterene
Pueden disminuir el número de leucocitos:
  • Antibióticos
  • Anticonvulsivantes
  • Antihistamínicos
  • Antitiroideos
  • Arsenicales
  • Barbitúricos
  • Diuréticos
  • Quimioterápicos
  • Sulfonamidas

Glóbulo blanco y bacteria – VIDEO


Hermoso video en el que se puede apreciar un glóbulo blanco (leucocito polimorfonuclear) perseguir y dar caza (fagocitar) a una bacteria (Staphylococcus aureus).



Es muy interesante ver cómo la pequeña célula humana casi como si tuviera ojos persigue a la bacteria hasta alcanzarla.
Para quienes se pregunten cómo es posible esto: se trata por un lado de quimiotaxis (el leucocito se dirige hacia la zona de mayor concentración de ciertos compuestos liberados por la bacteria), y por otro el leucocito se moviliza emitiendo seudópodos (pequeñas prolongaciones citoplasmáticas que se contraen mediante proteínas llamadas miosinas).


Editado por Erwin Andrés Nieto Sisalima
Grupo: 9

Neutrófilo


Neutrófilo



Neutrófilo en un frotis sanguíneo, rodeado de glóbulos rojos.
Los neutrófilos, denominados también micrófagos o polimorfonucleares (PMN), son glóbulos blancos de tipo granulocito. Miden de 8.5 a 10 μm y es el tipo de leucocito más abundante de la sangre en el ser humano, representando en torno al 45-75% de los mismos. Su periodo de vida media es corto, durando horas o algunos días. Su función principal es la fagocitosis de bacterias y hongos.1
Se llaman neutrófilos porque no se tiñen con colorantes ácidos ni básicos, por lo que su citoplasma se observa rosa suave. Se caracterizan por presentar un núcleo con cromatina compacta segmentada multilobulado -de 2 a 5 lóbulos conectados por delgados puentes-.1 En neutrófilos inmaduros el núcleo se presenta sin segmentar, como una banda fuertemente teñida. Su citoplasma contiene abundantes gránulos finos color púrpura, (con el colorante Giemsa) que contienen abundantes enzimas líticas, así como una sustancia antibacteriana llamada fagocitina, todo esto necesario para la lucha contra los gérmenes extraños.
Es una célula muy móvil y su consistencia gelatinosa le facilita atravesar las paredes de los vasos sanguíneos para migrar hacia los tejidos, ayudando en la destrucción de bacterias y hongos y respondiendo a estímulos inflamatorios. A este fenómeno se le conoce como diapédesis.
Los neutrófilos normalmente se encuentran en el torrente sanguíneo. Empero, durante el inicio agudo de la inflamación, particularmente como resultado de infección bacteriana, son unos de los primeros migrantes hacia el sitio de inflamación (primero a través de las arterias, después a través del tejido intersticial), dirigidos por señales químicas como interleucina-8 (IL-8), interferón-gamma (IFN-γ), en un proceso llamado quimiotaxis. Son las células predominantes en el pus.
La liberación de los neutrófilos desde los vasos sanguíneos está condicionada por la liberación de histamina (liberada por mastocitos) y TNF-α (liberada por macrófagos). La TNF-α y la histamina actúan sobre las células del endotelio del vaso, haciendo que se active mediante la expresión de selectina-E. Los neutrófilos activados mediante IL-8 pueden unirse a la selectina-E mediante su ligando glucídico. De esa manera son capaces de estar presentes en tejidos en apenas 5 horas después de empezar la infección. Debido a sus funciones fagocíticas, los neutrófilos también se conocen como micrófagos, para diferenciarlos de las células fagocíticas más grandes, los macrófagos.

Diapédesis


Los neutrófilos interaccionan con agentes quimiotácticos para migrar a sitios invadidos por microorganismos, en un proceso denominado diapédesis o extravasación. Este proceso consta de tres etapas:

  1. En la luz del vaso sanguíneo: marginación, rotación y adhesión al endotelio (ver también Inflamación aguda para más detalles de los pasos iniciales).
  2. Migración a través de la pared del vaso sanguíneo.
  3. Migración en el tejido hacia un estímulo quimiotáctico.


Adhesión al endotelio


Cuando se inicia el proceso de inflamación, se produce una vasodilatación iniciada por mediadores químicos, que provoca la salida de líquido de la sangre hacia los tejidos, generando un edema. Como consecuencia, la viscosidad de la sangre aumenta, debido al aumento de concentración de los glóbulos rojos, lo que a su vez provoca un descenso en el flujo sanguíneo (estasis). En estas condiciones hemodinámicas, los leucocitos se redistribuyen en posición periférica, un fenómeno denominado marginación. A continuación, los leucocitos ruedan sobre la superficie del endotelio, estableciendo contactos transitorios con las células endoteliales, soltándose y volviéndose a unir. Finalmente, los leucocitos se adhieren firmemente al endotelio, antes de iniciar la migración.
Simultáneamente al efecto vasodilatador, los mediadores de la inflamación (TNF e IL-1) activan las células endoteliales, que expresan proteínas de adhesión para los leucocitos. La fase de rotación está mediada por la familia de proteínas de membrana denominadas selectinas, que pueden ser de tres tipos:

  • selectina-L, que se expresa en los leucocitos
  • selectina-E, en las células endoteliales
  • selectina-P, en las plaquetas y en las células endoteliales


Los ligandos para selectinas son oligosacáridos sialilados unidos a cadenas de glicoproteínas. La interacción entre los receptores de selectina de los neutrófilos y las selectinas de las células endoteliales da lugar a que los neutrófilos rueden con lentitud a lo largo del recubrimiento endotelial de los vasos.
Por otro lado, las quimiocinas de la inflamación provocan un cambio de estado de las integrinas de la membrana de los PMN, que pasan de una conformación de baja afinidad a una conformación de alta afinidad, mientras que la interleucina 1 (IL-1) y el factor de necrosis tumoral (TNF) inducen a las células endoteliales para que expresen moléculas de adherencia intercelular tipo 1 (ICAM-1) y VCAM-1 (vascular cell adhesion molecule-1), a las cuales se unen con avidez las moléculas de integrina de alta afinidad de los neutrófilos, provocando la adhesión firme de los PMN al endotelio.

Migración a través del endotelio


Es el fenómeno denominado diapédesis o extravasación, y ocurre fundamentalmente en las vénulas poscapilares. Las quimioquinas liberadas por los macrófagos y los mastocitos tisulares en respuesta a la presencia de microorganismos, cuerpos extraños o daño tisular, actúan sobre los PMN adheridos al endotelio, estimulando su migración a través de los espacios interendoteliales hacia el sitio dañado o infectado. Algunas moléculas presentes en las uniones entre las células endoteliales facilitan la migración de los neutrófilos, como CD31 o PECAM-1, proteínas de la familia de las inmunoglobulinas. Después de atravesar el endotelio, los PMN deben romper la lámina basal, probablemente segregando colagenasas, y entrar en el tejido extravascular. Para ello, los leucocitos se adhieren a la matriz extracelular mediante la unión de sus integrinas y CD44 a las proteínas de la matriz.

Quimiotaxis de los leucocitos


Una vez en el compartimiento de tejido conectivo, los leucocitos migran hacia la zona dañada por un proceso denominado quimiotaxis, que se define como la locomoción dirigida a lo largo de un gradiente químico. Las sustancias que generan dicho gradiente pueden ser exógenas (por ejemplo, toxinas bacterianas) o endógenas, entre las que se encuentran diferentes mediadores químicos:
citoquinas, sobre todo las de la familia de las quimioquinas (como IL-8); componentes del sistema del complemento, sobre todo C5a; metabolitos del ácido araquidónico, sobre todo el leucotrieno B4 (LTB4).
Todos estos agentes se unen a receptores transmembrana acoplados a proteína G en la superficie de los leucocitos. Esto desencadena una vía de señalización que resulta en la activación de segundos mensajeros que aumentan el calcio citosólico y activan GTPasas y kinasas. Como consecuencia, se induce la polimerización de la actina, que genera un aumento de actina polimerizada en el extremo celular próximo a la región dañada, y localización de los filamentos de miosina en la parte posterior celular. El leucocito se mueve extendiendo filopodios que tiran de la parte posterior celular en dirección de la extensión, como un coche con tracción delantera. El resultado final es que el leucocito se mueve hacia la zona objetivo.

Reconocimiento de los microbios y los tejidos muertos


Una vez que se encuentran en la zona objetivo, los neutrófilos deben reconocer de forma específica el agente ofensivo, antes de proceder a eliminarlo. Tanto los neutrófilos como los macrófagos (las células con capacidad fagocítica) presentan receptores de membrana que les permite reconocer el agente externo y activar los procesos de fagocitosis. Los tipos de receptores más importantes son:

Receptores para componentes microbianos


Los receptores de tipo Toll (TLR, por sus siglas en inglés) reconocen componentes de diferentes tipos de microbios: lipopolisacáridos bacterianos, proteoglicanos bacterianos, nucleótidos CpG no metilados (frecuentes en bacterias) o ARN de doble hebra (producido por algunos virus). Los TLR están presentes en la superficie celular, pero también en los endosomas, de manera que pueden detectar microbios extracelulares y fagocitados. Estos receptores activan kinasas que estimulan la producción de sustancias microbicidas.

Receptores acoplados a proteínas G


Algunos de estos receptores reconocen péptidos que contengan fragmentos de N-formilmetionina (que inician todas las proteínas bacterianas, pero sólo están presentes en las proteínas mitocondriales de mamíferos). Otros receptores reconocen quimioquinas, fragmentos del sistema del complemento, como C5a, y mediadores lipídicos, como PAF, prostaglandinas o leucotrienos, todos los cuales se producen en el contexto de daño celular. Unión del ligando a estos receptores induce la migración y la produción de sustancias microbicidas.

Receptores para opsoninas


Los leucocitos expresan receptores para opsoninas, proteínas de defensa que recubren los microbios mediante el proceso de opsonización. Estas sustancias incluyen anticuerpos, proteínas del sistema del complemento y lectinas. Una de las formas más eficaces de mejorar la fagocitosis de una partícula es recubrirla con anticuerpos tipo IgG específicas para esa partícula. Los IgG son reconocidos por los receptores de alta afinidad para Fcγ de los fagocitos, denominados FcγR. Asimismo, C3b (del sistema del complemento) es también una potente opsonina, y los fagocitos expresan un receptor, CR1, capaz de detectarlo. La unión de las opsoninas a sus receptores en los fagocitos promueven la fagocitosis y activan los leucocitos.

Receptores para citoquinas


Los leucocitos tienen receptores para citoquinas que son producidas en presencia de microbios. La más importante de éstas citoquinas es el interferón-γ (IFN-γ), segregado por las células NK activadas por microbios y por linfocitos T activados por antígenos durante la respuesta inmune adaptativa. El IFN-γ es el principal agente activador de los macrófagos.

Eliminación del agente dañino: fagocitosis


La unión de los ligandos a los receptores de los leucocitos induce su activación, debido a la iniciación de vías de señalización que producen un aumento de los niveles de calcio citosólicos y la activación de enzimas como PKC y fosfolipasa A2. La respuesta funcional más importante es la fagocitosis y la destrucción intracelular del agente dañino.
La fagocitosis se desarrolla en tres etapas secuenciales:

Reconocimiento y unión


Mediado por los receptores de manosa y receptores a diferentes opsoninas presentes en el agente dañino. El receptor de manosa es una lectina que se une a los residuos de manosa y fucosa de las glicoproteínas y los glicolípidos. Estos residuos son típicos de las paredes bacterianas, mientras que las glicoproteínas y glicolípidos de mamíferos contienen residuos terminales de ácido siálico. Por tanto, los receptores de manosa se unen de forma específica a moléculas bacterianas.

Incorporación en la vacuola fagocítica


Una vez que la partícula está unida a los receptores, se forman extensiones del citoplasma (pseudópodo) que la rodean, la membrana plasmática se fusiona y se forma una vesícula (el fagosoma) que contiene la partícula. El fagosoma se fusiona entonces con un lisosoma, que descarga su contenido en el fagolisosoma. Durante este proceso el fagocito puede también liberar el contenido de los lisosomas al espacio extracelular, sobre todo si la partícula que se pretende fagocitar es demasiado grande para ser incorporada en una vesícula.

La fagocitosis (que es un proceso muy complejo) depende de la polimerización de actina, por lo que las mismas señales que activan la quimiotaxis activan también la fagocitosis.

Destrucción del material ingerido


Los neutrófilos contienen dos tipos de gránulos:
los gránulos específicos (o secundarios), más grandes, que contienen lisozima, colagenasa, gelatinasa, lactoferrina, activador del plasminógeno, histaminasa y fosfatasa alcalina; los gránulos azurófilos (o primarios) contienen mieloperoxidasa, factores bactericidas (lisozima, defensinas), hidrolasas ácidas y una variedad de proteasas neutras (elastasa, catepsina G y otras).
Ambos tipos de gránulos pueden fusionarse con las vacuolas fagocíticas que contienen el material ingerido, vertiendo su contenido para digerirlo.

Las bacterias no sólo se destruyen por la acción de enzimas sino también y sobre todo por la formación de especies reactivas del oxígeno (ROS) y especies reactivas del nitrógeno (NOS) dentro de los fagosomas de los neutrófilos. Algunos de estos compuestos son: aniones superóxidos (02~), que se forman por acción de la oxidasa de NADPH (también llamada fagocito oxidasa) sobre el O2 en una reacción oxidativa muy rápida que se denomina estallido respiratorio; el peróxido de hidrógeno (H2O2), formado por la acción de la superóxido dismutasa sobre el anión superóxido; hipoclorito (OCl*, el ingrediente activo de la lejía), formado por la acción de la mieloperoxidasa (MPO) sobre el peróxido de hidrógeno en presencia de iones cloruro; el sistema H2O2-MPO-Cloruro es el microbicida más eficaz de los neutrófilos; la sintasa de óxido nítrico genera NO a partir de arginina; el NO también tiene efectos microbicidas; el NO puede reaccionar con el anión superóxido para generar el radical peroxinitrito (ONOO*), altamente reactivo.

Todos estos radicales libres del oxígeno y del nitrógeno atacan y dañan los lípidos, proteínas y ácidos nucleicos de los microbios, así como del huésped.
En ocasiones se libera el contenido de los gránulos azurófilos a la matriz extracelular y causa daño tisular, pero por lo general la catalasa y la glutatión peroxidasa degradan el peróxido de hidrógeno. Sin embargo, los leucocitos pueden causar daños importantes en las células normales y los tejidos en algunas circunstancias: en infecciones difíciles de erradicar, como la tuberculosis y ciertas enfermedades virales, la respuesta prolongada del huésped contribuye más a la patología que el microbio en sí mismo, ya que los tejidos adyacentes a la infección sufren daños colaterales de larga duración;
cuando la respuesta inflamatoria se dirige de forma inapropiada hacia los tejidos del huésped, como en ciertas enfermedades autoinmunes; cuando el huésped reacciona de forma exagerada a sustancias ambientales normalmente inocuas, en enfermedades alérgicas como el asma.

En estos casos, los leucocitos dañan los tejidos sanos con los mismos mecanismos que atacan los microbios, ya que una vez que son activados, no distinguen entre huésped y patógeno. Las enzimas y las especies reactivas de oxígeno y nitrógeno liberadas al espacio intracelular pueden dañar los tejidos sanos y el endotelio, amplificando la acción del patógeno. De hecho, en estos casos los leucocitos en sí mismos constituyen la amenaza mayor, y subyacen como la causa principal de las alteraciones presentes en muchas enfermedades humanas agudas: asma, rechazo agudo a un trasplante, síndrome respiratorio agudo severo, glomerulonefritis, choque séptico o absceso pulmonar; crónicas: artritis, asma, aterosclerosis, rechazo crónico a un trasplante, fibrosis pulmonar, obesidad.

Los neutrófilos tienen una vida media corta y mueren por apoptosis unas pocas horas después de dejar la sangre, una vez que han llevado a cabo su función de destruir microorganismos. Ello tiene como efecto la formación de pus, en el que se produce la acumulación de leucocitos (sobre todo neutrófilos) y bacterias muertos y líquido extracelular.

Los neutrófilos también están siendo objeto de debate en las terapias contra el cáncer. Si bien ciertos estudios sugieren su posible participación en la angiogénesis y la metástasis, otros los consideran elementos indispensables en la batalla contra los tumores sólidos, como en la controvertida teoría desarrollada por el equipo multidisciplinar que dirige el físico e investigador Antonio Brú.

Editado por Agustin Lara Sánchez
Grupo 9

Glóbulos Rojos


GLÓBULOS ROJOS



La hemoglobina es uno de sus principales componentes, y su objetivo es transportar el oxígeno hacia los diferentes tejidos del cuerpo. Los eritrocitos humanos carecen de núcleo y de mitocondrias
La cantidad considerada normal fluctúa entre 4.500.000 (en la mujer) y 5.000.000 (en el hombre) por milímetro cúbico (o microlitro) de sangre, es decir, aproximadamente 1.000 veces más que los leucocitos. 
El eritrocito es un disco bicóncavo de más o menos 7 a 7,5 μm (micrómetros) contienen en su interior la hemoglobina y son los principales portadores de oxígeno a las células y tejidos del cuerpo derivan de las células madre comprometidas denominadas hemocitoblasto.
Los eritrocitos, al igual que los leucocitos, tienen su origen en la médula ósea.

Los eritrocitos en los mamíferos


Los eritrocitos de los mamíferos no poseen núcleo cuando llegan a la madurez, es decir que pierden su núcleo celular y por lo tanto su ADN; los anfibios, reptiles y aves tienen eritrocitos con núcleo. Los eritrocitos también pierden sus mitocondrias y utilizan la glucosa para producir energía mediante el proceso de glucólisis seguido por la fermentación láctica.
Los eritrocitos son producidos continuamente en la médula ósea de los huesos largos, aunque en el embrión, el hígado es el principal productor de eritrocitos. El bazo actúa como reservorio de eritrocitos, pero su función es algo limitada en los humanos

Eritrocitos humanos


Los eritrocitos tienen una forma oval, bicóncava, aplanada, con una depresión en el centro. Este diseño es el óptimo para el intercambio de oxígeno con el medio que lo rodea, pues les otorga flexibilidad para poder atravesar los capilares, donde liberan la carga de oxígeno. El diámetro de un eritrocito típico es de 6-8 µm. Los glóbulos rojos contienen hemoglobina, que se encarga del transporte de oxígeno y del dióxido de carbono. Asimismo, es el pigmento que le da el color rojo a la sangre.

Metabolismo energético del eritrocito

Las vías metabólicas más importantes para el eritrocito maduro necesitan glucosa como sustrato. Estas vías se refieren a: glucólisis, ruta de la pentosa fosfato, vía de la hemoglobina reductasa.

La producción de glóbulos rojos se encuentra estimulada por la hormona denominada eritropoyetina, en cuya ausencia las situaciones de hipoxia no estimulan la producción de eritrocitos. Esta hormona se forma principalmente en el riñón y en menor cantidad en el hígado. La eritropoyetina tiene por acción principal la estimulación de la producción de proeritroblastos a partir de las células eritropoyéticas madres en la médula ósea. La producción de eritropoyetina se inicia principalmente en situaciones de hipoxia, estimulando la producción de eritrocitos en cantidad suficiente para mejorar el transporte de oxígeno a los tejidos. Una vez que completa la cantidad de células para el transporte de oxígeno, la producción de eritropoyetina se detiene. En ausencia de eritropoyetina, la médula ósea produce muy pocos glóbulos rojos, y frente a un exceso de esta hormona la producción de glóbulos rojos puede llegar hasta 10 veces o más del valor normal.

Cuando la médula ósea produce glóbulos rojos con rapidez se liberan células a la sangre en sus formas inmaduras; por lo tanto el porcentaje de reticulocitos puede elevarse llegando a representar entre 30 y 50% del número total de eritrocitos. Con una elevación mayor de la velocidad de producción, aparece en la sangre circulante un alto número de eritroblastos.

Glóbulos Rojos videos para que se hagan una idea gráfica de ellos y como actúan:






Editado por Karem Mora Castañeda.
Grupo: 9

Linfocitos


LINFOCITOS

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Los linfocitos son un tipo de leucocito (glóbulo blanco) comprendidos dentro de los agranulocitos. Son los leucocitos de menor tamaño (entre 7 y 15 μm), y representan del 24 a 32% del total en la sangre periférica. Presentan un gran núcleo esférico que se tiñe de violeta-azul y en su citoplasma frecuentemente se observa como un anillo periférico de color azul. Poseen un borde delgado de citoplasma que contienen algunas mitocondrias, ribosomas libres y un pequeño aparato de Golgi.
Los linfocitos son células de alta jerarquía en el sistema inmunitario, principalmente encargadas de la inmunidad específica o adquirida.

CLASIFICACIÓN


Linfocitos B

Estos se originan de una célula pluripotencial que se encuentra en la medula ósea, a diferencia de los linfocitos T estos maduran en la medula ósea.
 

Linfocitos T



Se originan de una célula pluripotencial que se encuentra en la medula ósea, estas comienzan a abandonar la medula ósea alrededor de la 8va semana de vida fetal y por el torrente sanguíneo llegan hasta el timo, durante un tiempo permanecen ahí para poder madurar y luego adquieren la capacidad de reaccionar de forma específica frente a un antígeno determinado mediante receptores de superficie.
Estos se clasifican en:

Linfocitos T citotóxicos (CTL, por sus siglas en inglés) o linfocitos CD8+.- Encargados de las funciones efectoras de la inmunidad celular, mediante la interacción con un complejo "péptido-CMH-I"; los CTL reconocen las células infectadas por el patógeno para el que son específicos o células tumorales, y las destruyen segregando una serie de moléculas (perforina, granzimas, FasL) que activan la apoptosis de la célula diana. 

Linfocitos T cooperadores o linfocitos CD4+ o helper T cells.- La actividad de estas células es inusual, en tanto no son capaces de producir efectos citotóxicos o fagocitarios, es decir, no pueden aniquilar la célula huésped (también conocidas como células somáticas) o patógenos. Sin la ayuda de otras células inmunitarias se consideran inútiles contra una infección, se encargan de iniciar la cascada de la respuesta inmune coordinada mediante la interacción con un complejo "péptido-CMH-II". Cuando se activan, los linfocitos CD4+ se especializan, diferenciándose a su vez en linfocitos efectores, que se distinguen por el tipo de citoquinas que producen: 

Th1, que migran a los tejidos infectados y colaboran en la activación de los macrófagos, ya que los Th1 segregan fundamentalmente interferón γ; los Th1 son importantes en la defensa frente a los microbios intracelulares y la inflamación; 

Th2, que permanecen sobre todo en los tejidos linfoides y colaboran en la activación de los linfocitos B; segregan principalmente IL-4 (que estimula la secreción de Ig-E, que a su vez activa los mastocitos) e IL-5 (que activa los eosinófilos); los Th2 son importantes en las reacciones alérgicas y en la defensa frente a parásitos; 

Th17, denominados así porque segregan IL-17, además de IL-22; son los principales mediadores en algunas reacciones alérgicas, y parecen estar implicados en el desarrollo de enfermedades como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal. 
La diferenciación en Th1, Th2 o Th17 no es al azar, sino que depende de los estímulos que reciba el linfocito T4 virgen cuando contacte un antígeno extraño. 

Linfocitos T reguladores células T supresoras.- Su función principal es eliminar la inmunidad mediada por células al final de la reacción inmune y eliminar células T auto-reactivas que escaparon al proceso de selección negativa en el timo. 

Linfocitos T y B de memoria.- son células que se generan después de la activación de los linfocitos T, por exposición a un antígeno extraño (un patógeno). Tienen vida larga, son funcionalmente inactivos, y pueden circular durante meses o años, preparados para responder a nuevas exposiciones al mismo microbio. El objetivo de las vacunas es precisamente generar linfocitos de memoria (T y B) mediante la exposición a un patógeno atenuado, de manera que el organismo responda de manera rápida y eficaz frente al patógeno activo. 

•Células T natural killers (NK)


Las células NK (por las siglas de su denominación en inglés, natural killer, "asesina natural" en español) son un tipo de linfocito pertenecientes al sistema inmunitario. También se las conoce como células nulas. 

Morfológicamente son prácticamente indistinguibles a los linfocitos grandes excepto por los gránulos que contienen. También se les llama tercera población ya que cuando se conocieron bien los linfocitos T y B por marcadores, las células NK no acoplaban estos marcadores (ni de B ni de T).

Las células NK son componentes importantes en la defensa inmunitaria no específica. Comparten un progenitor común con los linfocitos T. Son originarias de la médula ósea y son grandes y granulares. Estas células no destruyen los microorganismos patógenos directamente, teniendo una función más relacionada con la destrucción de células infectadas o que puedan ser cancerígenas. No son células fagocíticas. Destruyen las otras células a través del ataque a su membrana plasmática causando difusión de agua e iones para el interior de la célula aumentando su volumen interno hasta un punto de ruptura en el cual ocurre la lisis

CIRCULACIÓN GENERAL DE LOS LINFOCITOS


Desde los tejidos, los linfocitos penetran en capilares linfáticos, por esta vía llegan a los vasos aferentes de los ganglios, lugar donde se filtra linfa y se recogen nuevos linfocitos, salen por vasos eferentes y drenan en sangre venosa por medio del conducto torácico. Ya en circulación sanguínea los linfocitos se quedan en los diferentes órganos y tejidos linfáticos no por azar sino inducidos por los receptores de membrana que tengan. Así, unos se quedaran  en placas de Peyer “linfocitos B” y otros a los ganglios linfáticos “linfocitos T”.

Recorrido:

Luego del proceso de maduración de los linfocitos abandonan la medula ósea y el timo respectivamente y pasan al torrente sanguíneo. Poseen ahora inmunocompetencia, con capacidad para reaccionar específicamente con un antígeno determinado, con la condición de que el linfocito lo encuentre (cuando este en el organismo). Esto se logra mediante vigilancia inmunológica del organismo por parte de los linfocitos en re circulación  es decir abandonan el torrente sanguíneo en los tejidos y órganos linfoides secundarios y después de permanecer cierto tiempo allí se desplazan con la linfa y vuelven al torrente sanguíneo por el conducto torácico y el conducto linfático derecho. Después de permanecer un corto periodo, de unos 30 minutos, en el torrente sanguíneo, los linfocitos vuelven a abandonarlo para migrar a los tejidos y órganos linfoides secundarios. Cada linfocito recorre un  ciclo recirculatorio completo entre la sangre y los órganos linfoides  1-2 veces por día, dado que permanecen un número variable de horas en el tejido u órgano linfoide, de acuerdo con el tipo de este ultimo.

El ingreso de agentes patógenos  puede ocurrir a través de la piel y mucosas de distintos órganos, donde se generan reacciones inflamatorias, pero por lo general estos llegan de manera directa a los tejidos y órganos linfoides secundario a través de las vías linfoides aferentes “ganglios linfáticos”  al torrente sanguíneo “bazo” y entonces los tejidos y órganos linfoides pasan a ser sitio de encuentro entre los linfocitos no comprometidos  y los agentes patógenos invasores. Los órganos linfoides secundarios poseen gran capacidad para fijar las sustancias antigénicas ingresadas, de este modo los linfocitos no comprometidos puede circular y captar al antígeno específico y si esto ocurre van directo al órgano linfoide secundario y el resto de los linfocitos no comprometidos siguen circulando y se dirigen a las vías linfáticas eferentes.

Los linfocitos de memoria así formados abandonan el órgano linfoide secundario y comienzan a recircular al igual que los linfocitos no comprometidos pero con un patrón diferente.
Mientras que los linfocitos no comprometidos recirculan por los órganos linfoides secundarios sin demostrar preferencia, los linfocitos de memoria además de seguir una circulación similar, muestra una definida tendencia a recircular por zonas con inflamación y por tejidos que no son linfoides  y tienen la tendencia de circular por las zonas tisular por donde ingreso el antígeno especifico por primera vez.
En el recorrido casi el 75% de los linfocitos recirculantes son linfocitos T, mientras que el resto son linfocitos B. Además los linfocitos B por lo general parecen recircular a menor velocidad que los linfocitos T.

Interleucina

Las interleucinas (del griego λευκὸς, -leukós, blanco y κινή, -kiné, movimiento), son un conjunto de citocinas (proteínas que actúan como mensajeros químicos a corta distancia) que son sintetizadas principalmente por los leucocitos, aunque en algún caso también pueden intervenir células endoteliales o del estroma del timo o de la médula ósea. Su principal función es regular los eventos que atañen a las funciones de estas poblaciones de células del sistema inmunitario, como la activación, diferenciación o proliferación, la secreción de anticuerpos, la quimiotaxis, regulación de otras citocinas y factores, entre otras. Han sido descritas distintas alteraciones de ellas en enfermedades raras, en enfermedades autoinmunes o en inmunodeficiencias.1

La leucina 

(abreviada Leu o L)1 es uno de los veinte aminoácidos que utilizan las células para sintetizar proteínas. Está codificada en el ARN mensajero como UUA, UUG, CUU, CUC, CUA o CUG. Su cadena lateral es no polar, un grupo isobutilo (2-metilpropilo).

Linfocina

Las linfocinas son una familia de moléculas del tipo de las citocinas o mensajeros químicos, que son producidas y liberadas por las células llamadas linfocitos T.
Su función es atraer a las células macrófagos al lugar en que se ha producido una infección o inflamación, además de prepararlos para el ataque a los posibles invasores extraños que estén produciendo dicha infección.
Ejemplos de linfocinas son: el factor inhibidor del macrófago, el factor mitogenético y la linfotoxina.

Un video ara explicar de una forma gráfica la inmunidad



Editado por María Angélica Ferrin Rendón
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